sábado, 6 de agosto de 2011

Perfiles


Tejía durante horas y cuando estaba a punto de llegar al final, soltaba de un tirón aquellas cadenetas moradas y volvía poco a poco a formar otra vez la madeja del ovillo. Cuando el meloncito estaba hecho, con gran parsimonia cogía sus afiladas agujas con corchos en los extremos, y volvía a tejer con la misma ilusión del principio.Y así se pasó días y días de 20 años, en la sala de espera del P.Bergerac, donde la conocí.Le llevaron a su hija recien nacida,lejos de ella, luego el Hospital hizo el resto.Aquel pueblo malformado, no estaba preparado para tanta belleza.

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