lunes, 28 de septiembre de 2009


No llegué a ver el cielo rojo, ni fundirse el sol a las tardes, una densa cortina gris ,un día y otro ,se quedaba quieta moviéndose como el barco.
A lo lejos, nada, y toda la mar...millones y millones de aguas todas juntas unas de otras, meciéndose una y otra vez.
Soñé con marinos, con arpones levantándose en el aire y hundiéndose en trozos de carne de ballena. Sus caras de angustia, su saña, su rabia, y los cercos de sangre en medio del mar..amapolas gigantes.
Amapolas gigantes en el centro del mar, los barcos de balleneros.
Y tú, allí de frente, mirandote el ojo gris de la ballena, quieto.

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