domingo, 2 de diciembre de 2007

Tristeza de ser


Entre colesterol y trigliceridos, Maria Toledano. La sociedad es causa de enfermedad, esperemos que miradas como las de Maria hagan que tengamos ánimos para ser más saludables. Tengo un querido amigo que........bueno, lean, vayan leyendo.


María Toledano


Miedo, soledad, incertidumbre, enfermedad, desempleo, precariedad, despido libre, veinte días por año trabajado, sumisión, hipotecas. Desaparecieron hace tiempo las huelgas y las reivindicaciones. Todo debe estar en orden -el orden fijado por el mercado- o eso parece, ya que la conflictividad laboral ha desaparecido. Esta visto que todos andamos contentos -o alienados/ausentes hasta un grado jamás visto en Occidente- con los que tenemos. Nos conformamos. Valientes. Ocurrirá igual que con la inteligencia: nadie cree que necesita más. Sometidos por los gobiernos, aquellos históricos sindicatos de clase que construyeron la sólida alianza capital-trabajo de la socialdemocracia -el mal menor-, vegetan hoy formando cuadros para un lucha nueva, la mezquina lucha por el silencio cómplice y la gestión de los recursos públicos.

Asistimos sin remedio al fin de la política en Europa -en el sentido de un discurso creativo y transformador capaz de alterar el estado de las cosas y las relaciones de producción-, al ocaso de la reflexión colectiva como doxa en beneficio de una episteme de impresiones, desafueros y farsantes varios orquestados desde la mercadotecnia y sus acólitos. Antonio Negri, teórico y viejo activista, ha titulado su último libro, una entrevista larga, Goodbye Mister Socialism. Creerá que ha muerto o que se ha ido para no volver. En este capitalismo -que algunos llaman de ficción cuando deberían decir de sutil y bendita opresión- la mentira ha desaparecido ya que todo es mentira. Los grandes discursos emancipadores del siglo XIX, los hijos de la Ilustración, han quedado reducidos a una ridícula expresión, a un slogan.

Asistimos sin remedio al triunfo de la barbarie inferior. El capital corre de empresa en empresa, de multinacional en multinacional, saltando fronteras, atravesando puertas blindadas, y la vida se hace cada día más artificial, falsa. Las relaciones personales no existen más que bajo la nueva forma de “relaciones de consumo y disfrute”. Se usa del otro como bien. El otro es un bien. De ahí, por ejemplo, el incremento de los divorcios entre parejas con uno o más hijos pequeños en las sociedades postindustriales. La convivencia se mantiene mientras duran los juguetes. Somos juguetes en manos de nosotros mismos, es decir, de otros juguetes. El ser humano es mercancía, ya lo era desde los tiempos de la caza del hombre en África y los negreros. El consumo emocional es la nueva panacea. Muhammad Yunus, un economista liberal vestido de nuncio apostólico del dólar, túnica blanca, sonrisa cautivadora, concede créditos a los pobres para que se conviertan en empresarios. Pobres pero empresarios. El capitalismo todo lo iguala, como la muerte descrita por Jorge Manrique.


El desasosiego invade la vida privada -cada vez más anodina- de la ciudadanía. Durante los puentes, aquellos que no salen de las grandes urbes visitan los centros comerciales. Antes iban a misa. Los modelos matemáticos de los economistas del public choice deciden, desde hace años, la utilidad de la vida. Recuerdo ahora a Kenneth J. Arrow, aquel economista formado en Columbia, emérito de Standford, premio Nobel en 1972, que afirmó que no existía una forma democrática de votación que permitiera una elección social transitiva y racional. Querían teorizar hasta la última de las decisiones para que nada quedara al libre arbitrio, al azar. El libre arbitrio lo teorizó la teología católica aunque luego empleaban la espada a la mínima. Gente de acción. El azar, por otro lado, es cosa de físicos. Una campaña electoral, la diversión en el mundo del public choice, es, en la actualidad, un ejercicio de estilo igual que una pasarela de moda, repetida hasta la saciedad por los medios de comunicación, es un derroche de fantasía y miserias. Estilo es carácter. Repaso un libro de Vo Nguyen Giap, Ecrits, publicado en Hanoi en 1977. Eran otros tiempos. De cerezas. Traduzco un párrafo. “Vista la historia, Marx y Engels concluyeron que durante la revolución socialista, el ejército permanente de la burguesía debía ser reemplazado por el pueblo en armas. Ellos abordaron la cuestión de armar a las masas no sólo durante la insurrección armada del proletariado y durante la organización militar del estado socialista sino también en las guerras nacionales. Ellos distinguían entre guerras justas y guerras de agresión, situándose siempre al lado de las guerras justas, guerras de liberación, guerras de autodefensa de los pueblos oprimidos y agredidos.”


La izquierda se ha refugiado en el cinismo, una enfermedad de difícil diagnóstico y peor tratamiento, y en la deconstrucción de la cultura burguesa mientras las trincheras van cayendo una a una. Nada es más precioso que la independencia y la libertad, escribió el general Vo Nguyen Giap.
















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